Tóxicos. Esta es quizás la palabra que califica con más precisión a las personas envidiosas. Sus sentimientos no sólo les producen un malestar a ellos, sino que también afectan a quienes los rodean, ya que sus dichos y actitudes afectan en mayor o menor medida el desenvolvimiento social de sus pares.

"El envidioso no sólo envidia, sino que su actitud tiene otros componentes: al mismo tiempo que busca apropiarse de lo que el otro tiene para ser el otro, también busca descalificar lo que no tiene. En ese sentido es una persona tóxica que perjudica al resto", aclaró la psicóloga laboral Graciela Chamut.

Al fin y al cabo, el objetivo final del envidioso -consciente o inconscientemente- es ser valorado por sus pares. Pero en esta búsqueda se olvida del ser y pone todas las fichas en el tener. "No nos olvidemos de que en algún momento todos somos solamente lo que somos o exactamente lo que somos", agregó la especialista.

Deseo y habilidad

Luchar sólo contra la envidia y los celos parece ser una misión bastante complica. Es por eso que se recomienda buscar ayuda. "Es difícil tratar de superar esta situación uno mismo, porque la conciencia que uno tiene de esto no suele ser muy alta y la mirada objetiva que tenemos de nosotros mismos no es tan objetiva. El éxito de un tratamiento depende de la honestidad que yo debo tener conmigo mismo. Eso sí: necesito un modesto deseo de cambio y un terapeuta hábil", aclaró.